Este Post es autoría de mi Hermana Andrea Echeverry, estudiante Colombiana de intercambio en la Universidad de São Paulo en Brasil, quien se animó a compartir con nosotros su experiencia de vida en estos meses que lleva viviendo en otro país.

 

“Curtindo o verão no Brasil” (Disfrutando del verano en Brasil)

 

Minhas aventuras no Brasil” debería ser el título de mis cuatro meses de estadía en este maravilloso país. ¿Por qué Brasil? ¿Por qué portugués? Aun ni se bien la respuesta de estas preguntas, fue sólo un impulso de conocer más a fondo una cultura tan cercana pero a la vez tan diferente de la nuestra; porque Brasil no es sólo football, Rio de Janeiro y samba, Brasil es diversidad cultural, desarrollo económico, innovación y mucha, mucha comida.

Aunque mis clases comenzaron a mediados de febrero, viajé para São Paulo el 27 de diciembre para tener tiempo de acomodarme en el apartamento donde iba a vivir y aprovechar mis vacaciones para viajar y disfrutar un poco. Ya había venido en el 2013 dos veces por unas conferencias de la iglesia y tenía varios amigos en São Paulo que me recibieron y me ayudaron con asuntos como transporte, estadía, papeles para la universidad, etc. Creía que por haberme quedado en mis viajes anteriores cerca de un mes y medio ya conocía la cultura brasilera y no iba ser difícil acostumbrarme a vivir en una ciudad metrópoli como São Paulo. Pero estaba equivocada. Una cosa es venir de vacaciones por un tiempo corto y otra es vivir y tener que lidiar con asuntos cotidianos como la comida, el idioma, el estudio o el transporte.

Banana Boat

Banana Boat con algunos jóvenes de la iglesia en Guarujá, una playa a dos horas de São Paulo

Escola da Verdade

En la “Escola da Verdade”, una conferencia de jóvenes en el campamento Sion en la ciudad de São Roque.

La comida

En cuanto a la comida tuve que acostumbrarme al pan de cada día de los brasileños: el arroz y los frijoles. En general ella es parecida a la colombiana a excepción de algunas frutas y verduras propias de la región. Los brasileños acostumbran dejar bufets libres para que cada persona se sirva lo que quiera y repita las veces que sea necesario, sus comidas son cargadas de carbohidratos lo cual complica la vida para aquellos que intentan hacer dieta. São Paulo es reconocido por su gran variedad de restaurantes y bares, he tenido la oportunidad de ir a algunos de ellos y me he convertido en una amante de la comida oriental, especialmente de la japonesa. Es increíble como esta ciudad ha adoptado a tantos extranjeros que incluso platos de aquellas culturas ya hacen parte de la cocina brasilera como es el caso del yakisoba unos noodles orientales, strogonoff un plato ruso o la famosa pizza brasileira.

sushi

Plato de sushi en el rodizio japonés Tanka del barrio oriental Liberdade

Açaí na tigela

Açaí na tigela, un postre frio proveniente de la fruta amazónica Açaí, una de mis comidas favoritas del país! Normalmente es acompañado (como se vé en la foto) con banano, granola, leche en polvo y leche condensada (no tienen que ser todos los ingredientes al mismo tiempo!). Personalmente lo prefiero con todos, menos la leche condensada, ya que se torna un poco dulce de más.

Yakisoba

Yakisoba

strogonoff

Strogonoff  servido al estilo brasileño (con mucho arroz y papas fosforito)

Pizza brasilera

Pizza brasileira dulce: dulce de brigadeiro (chocolate) y banano

pizza

Pizza a la colombiana, hecha por mi!

 

El  Portugués

Con el idioma no he tenido tanta dificultad debido a que ya había tomado los primeros tres niveles de portugués en la universidad, además de haberlo practicado durante mi viaje en el 2013. En general es fácil de entender debido a su cercanía con el español, el problema se origina cuando comienzan a hablar muy rápido y con diferentes acentos como el carioca (de Rio) o el nordestino (Nordeste de Brasil). Los brasileños se caracterizan por su manera informal de hablar y relacionarse y como São Paulo es el paradero de millones de habitantes de otros estados, he aprendido numerosas gírias (jergas) y expresiones típicas de cada región. Este hablar informal crea un ambiente más relajado y cercano lo que facilita el relacionamiento y creación de nuevas amistades con otras personas. Expresiones como “Eai Beleza” o “Oi tudo bom” (todo bien), “Muito dahora o “Legal” (chévere) son algunas de mis favoritas, que de cierto modo me gustaría que existieran en el español.

Starbucks

Cada vez que voy a Starbucks ésta es la manera como escriben mi nombre

fome

En la hoja escrito: “Ai que fome” que significa “Ay! Que hambre”

El Estudio

Ahora, en cuanto a la Universidad de São Paulo (USP) creo que esa ha sido una de las experiencias más diferentes en mi intercambio. La USP está de primer lugar en el ranking de las mejores universidades de Latinoamérica. Su campus es tan grande que es llamada cidade universitaria (ciudad universitaria), cada facultad tiene su propio edificio con salones, oficinas administrativas y numerosos clubs académicos y deportivos. Todas las ingenierías se reúnen en un minicampus llamado Escola Politecnica (Poli) el cual se compararía con el tamaño de la Universidad ICESI, donde estudio en Cali. Sus dimensiones son tan grandes que posee rutas de buses internos llamados circulares, creo que aún ni conozco un 20% de su campus y todavía me pierdo cuando voy a un lugar diferente de mi facultad.

Mis primeros días fueron muy tranquilos, la iPoli -que es un grupo de estudiantes de ingeniería que ayudan a los de intercambio- realizó algunas actividades para integrarnos y conocernos mejor: una muestra gastronómica y musical, una clase de capoeira y el famoso Churrasco Brasileiro acompañado de caipirinha y música típica de Brasil. Después de nuestra primera semana de clases tuvimos el festivo de carnaval, donde por una semana todo Brasil está de fiesta y por lo tanto no hubo clases. Comencé realmente el semestre a finales de febrero con un horario vacío a pesar de estar tomando cinco materias. El modo de enseñanza es muy diferente del que estaba acostumbrada a tener en la ICESI, las clases son puramente teóricas y magistrales y el número de estudiantes por salón varía entre 40 y 60 personas, con entre 4 a 6 estudiantes de intercambio.  Somos en total unos 80 intercambistas sólo de la Poli, la mayoría hispanos, aunque también hay unos de Francia e Italia.  Es increíble el gran porcentaje de colombianos en la universidad, recuerdo que nada más en mi primer día de clases conocí 10 provenientes de Medellín, Cali y Bogotá. A pesar de ser una ciudad caótica, el ritmo de vida en la universidad es bastante relajado, los estudiantes tienen numerosas actividades cada semana incluyendo churrascos, conciertos y fiestas. A pesar de eso consiguen responder con todos los trabajos y exámenes, cuyo nivel de dificultad es bastante alto, especialmente para los que debemos hacerlos en un idioma diferente al natal. En general, todos son muy amigables y comprensibles con los que estamos de intercambio, en ese sentido las brasileños se parecen mucho a los colombianos; ya he tenido bastantes experiencias de haberme perdido dentro del campus y la gente me ha llevado hasta el lugar donde quiero ir, he hecho amistades caminando para coger el metro o esperando en la parada del bus. La parte un poco complicada ha sido crear verdaderas amistades con los brasiñeros, pues en general todos los estudiantes de intercambio mantenemos juntos lo que no ayuda para practicar el portugués o conocer otras culturas (pues la mayoría de mis amigos son colombianos). Creo que en mi tiempo acá he aprendido a apreciar más mi país y las cosas propias de mi tierra, ahora escucho más música en español que cuando vivía en Colombia, y empiezo a extrañar comidas que antes ni comía con tanta frecuencia como las arepas o empanadas.

USP

Algunos de mis amigos de intercambio de la USP

arepas

Arepas rellenas con los colombianos (en la foto dos amigas caleñas y dos paisas)

La ciudad

Vivo con una amiga brasileña cerca de 10 minutos en carro de la universidad, el problema es que acá no tengo tantas facilidades como las tenía en Cali y me he tenido que acostumbrar a caminar bastante y usar transporte público como metro, tren y buses, porque los taxis son extremadamente caros. El ser humano es un animal de costumbre, ya no me molesta más tener que caminar 20 minutos hasta algún lugar (incluso si es de noche, porque São Paulo es una ciudad que no duerme), hacer filas para cualquier cosa (porque hasta para comer en los restaurantes de la universidad se tiene que esperar entre 15 a 20 minutos en horario pico), o caminar entre las multitudes y tener que soportar algunos empujones para entrar o salir del metro o sus estaciones. Aprovecho esas situaciones para leer algún libro o adelantar alguna tarea desde mi celular. Sé manejar mejor mi tiempo y aprovecho cualquier oportunidad para salir a comer o a conocer algún lugar diferente de la ciudad, pues al final de cuentas siempre habrá algo nuevo para conocer en una ciudad con más de 12.500 restaurantes, 77 centros comerciales, 152 teatros, 55 salas de cine, 90 museos y 54 parques y áreas verdes. (Si quieres conocer São Paulo, asegúrate de traer mucho dinero y abstenerte de hacer dieta).

Por último, en cuando a mi intercambio cultural debo confesar que nunca conocí tantos orientales en mi vida. En la iglesia donde me reúno conozco brasileños con padres chinos, coreanos o japoneses, lo que los convierte en una mezcla de razas y culturas. Además del portugués he practicado bastante mi inglés (¡quién iba a creerlo!), he conocido personas de los Estados Unidos, Rusia, Filipinas, Londres, Belice, etc. Mi mente se ha abierto a nuevas cosas y siempre estoy dispuesta a conocer más sus países, su comida y demás costumbres.  Creo que las palabras se quedan cortas para describir las multitudes de aventuras que he vivido en este poco tiempo, le agradezco a Dios por esta oportunidad que he tenido y sé que los siguientes seis meses que restan de intercambio serán igual de enriquecedores.

Catedral da Sé

Uno de mis paseos por el centro de la ciudad: Catedral da Sé

Una mezcla de muchas cultura

Una mezcla de muchas culturas. En la foto, unos jóvenes brasileños de descendencia china, coreana y japonesa, un filipino, un europeo, dos ecuatorianos, cuatro brasileñas y dos colombianas

 

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